lunes, 26 de diciembre de 2016

Leptospirosis

Leptospirosis

Ciertamente, esta es una de las zoonosis más frecuentes en el mundo, a la vez una de las más fáciles de tratar pero, en ocasiones difícil de diagnosticar si no se realiza las pesquisas adecuadas.

La leptospirosis suele conocerse como la enfermedad transmitida por la orina del ratón, pero se tiende a limitarla al hogar, es decir, a tomar las precauciones en el domicilio, tales como optima higiene en la cocina, no dejar alimentos a la intemperie durante la noche o periodos prolongados, ya que podría llamar la atención de roedores e invadir esta zona, mantener desperdicios o basura fuera de la casa, entre otras medidas de prevención. Cabe destacar que no solo es en el hogar el mayor riesgo de contaminarse o padecer la enfermedad, sino que este incremento del riesgo está en los trabajadores de granjas, agricultores, personas que residen en zonas de inundaciones, contacto con agua contaminada sea en charcos, lagunas, entre otros.

Panorama Mundial

Según la organización Mundial de la Salud (OMS), La leptospirosis ocurre mundialmente pero es endémica principalmente en países con climas húmedos subtropicales y tropicales. Estimaciones indican que hay más de 500,000 casos mundiales de leptospirosis anualmente. Es una enfermedad de potencial epidémico, principalmente después de lluvias fuertes o inundaciones. Se han registrados brotes en Brasil, Nicaragua, Guyana y en varios otros países de América Latina; aunque se han descrito casos en la mayoría de los países de las Américas. La mayoría de casos registrados tienen una manifestación severa, por lo cual mortalidad es mayor de 10%.

No se conoce precisamente el número de casos humanos debido al subdiagnóstico o diagnóstico erróneo. Los brotes de leptospirosis son muchas veces relacionados con inundaciones y huracanes. La leptospirosis también puede ser un riesgo ocupacional para los que trabajan al aire libre o con animales, por ejemplo los plantadores de arroz y caña de azúcar, agricultores, trabajadores en alcantarillas, veterinarios, trabajadores de lechería, y personal militar. También puede ser un riesgo para aquellos que hacen recreación en aguas contaminadas.

La leptospirosis es un problema de salud pública humana y veterinaria. Las numerosas cepas de Leptospira pueden establecer infecciones en una variedad de huéspedes animales que incluye los roedores, el ganado y otros animales domésticos, mientras que los humanos sirven como huéspedes accidentales. Animales domésticos y silvestres en estado de portador pueden liberar leptospiras intermitentemente por muchos años o hasta durante toda la vida.

Agente Causal

La leptospira es una espiroqueta, y las más patógenas pertenecen al género Leptospira interrogans, de estas existen aproximadamente unas 200 serovariedades. Las serovariedades más identificadas son icterohaemorrhagiae, canicola, autumnalis, hebdomidis, australis y pomona. La serovar hardjo entre personas que están en contacto con ganado infectado. Es de amplia distribución mundial.



Son espiroquetas muy finas, longitud de 0.15 µm, la estructura consta de un protoplasma helicoidal con espiras apretadas y extremidades en forma de gancho. La membrana externa multiestratificada es rica en lípidos (20%) y el peptidoglicano es de ácido α, ε–diaminopilémico. Las leptospiras no se visualizan con los procedimientos de tinción habituales. Observadas en fresco, con microscopia de campo oscuro, se observan “cordeles” finísimos, muy brillantes, dotados de movimientos de rotación y flexión muy activos. La bacteria tiene 18 hélices por célula y la conformación es dextrógira (en dirección de las manecillas de un reloj). También pueden demostrarse mediante microscopia de inmunofluorescencia, o bien teñidas con técnicas de impregnación argéntica. Con microscopia electrónica se ha observado un cilindro protoplasmático enrollado alrededor de un filamento axial recubierto por la membrana externa. 

Existen dos flagelos, uno en cada extremidad, están asociados al cilindro protoplásmico y se extienden hacia el centro de la leptospira sin llegar a cruzarse. A diferencia de las demás espiroquetas, son bacterias aerobias estrictas, poseen oxidasa, catalasa y peroxidasa. Se pueden cultivar en medios artificiales ricos en suero de conejo a 10%, enriquecido con ácidos grasos de cadena larga como principal requerimiento nutritivo. Se desarrollan lentamente en medio de albúmina bovina a 1% y Tween-80, no detectándose crecimiento antes de los cuatro a seis días; el tiempo de duplicación es lento (12 a 24 horas). La temperatura óptima de crecimiento es de 28 a 30o C con pH 7.4. Leptospira interrogans es sensible a la acción de los agentes externos, como la acidez y la desecación, pero puede sobrevivir durante varias semanas en agua y terrenos húmedos con pH superior a 7.0. Esta especie no crece a 13o C, ni en presencia de 225/µg/mL de azaguanina, propiedad que permite separarla de L. biflexa, saprófita. Son susceptibles a la acción de la mayoría de antibióticos, incluyendo penicilina, así como a la de los antisépticos y desinfectantes de uso común. Estructura antigénica Presentan composición antigénica compleja. Los antígenos superficiales localizados en la membrana externa facilitan la clasificación en serotipos (serovares). 

Existen también antígenos de campo comunes a todo el género Leptospira localizados más profundamente. Leptospira interrogans se subdivide según su composición antigénica en 218 serotipos (serovariedades), que por las reacciones antigénicas cruzadas entre ellos, se reúnen en 28 serogrupos. Los anticuerpos generados frente a los lipopolisacáridos de la pared celular son determinantes del serotipo y tiene carácter protector, mientras aquéllos formados frente a los antígenos profundos no son protectores ni específicos.

Modo de transmisión

Es importante conocer sus formas de transmisión y reservorios, ya que de esto depende cuales son los factores de riesgo más frecuentes. La espiroqueta puede estar presente en animales domésticos y salvajes. Los casos notables son las ratas (icterohaemorrhagiae), los cerdos (pomona), el ganado bovino (hardjo), los perros (canicola) y los mapaches (autumnalis). En los Estados Unidos, los cerdos parecen ser el reservorio de la serovariedad bratislava; en Europa también lo son los tejones. Otros huéspedes animales con estados de portador muy breves incluyen roedores ferales, ciervos, ardillas, zorros, mofetas, mapaches, zarigüeyas y mamíferos marinos (lobos marinos) Las serovariedades que infectan a los reptiles y anfibios (ranas) al parecer no infectan al ser humano, pero se han observado casos sospechosos en Barbados y Trinidad. En los animales portadores  aparece una infección asintomática en los túbulos renales, y la leptospiruria persiste por largo tiempo o, especialmente en las especies que actúan como reservorios, durante toda la vida. Cabe destacar que más de 100 especies de animales sirven de reservorio y fuente de infección de L. interrogans.

Como habíamos señalado, no sólo la posición geográfica sino la ocupación son los factores de riesgo que se deben tomar en cuenta a la hora de realizar algún diagnóstico diferencial. Cualquier excoriación de la piel que exponga mucosa y leptospira entre en contacto con estas, aumenta el riesgo, en charcos de agua contaminados, vegetación entre otras fuentes, así además la ingesta de agua o alimentos contaminados, constituyen riesgos considerables de transmisión y desarrollo de la enfermedad.

Un trabajador agrícola, un granjero o ganadero, si se hiere o posee la piel excoriada o herida que exponga la mucosa o la dermis, corre el riesgo de padecer esta patología. Se ha documentado otros casos como recogedores de basura sin protección, en zonas inundadas que hayan tenido contacto con agua contaminada, entre otros casos esporádicos, como caídas en charcos, entre otros.

Los niños o adolescentes, que visitan zonas rurales y se bañan en ríos, lagunas, entre otras fuentes de agua estancadas, también corren el riesgo de contaminarse y padecer la enfermedad.



Características Clínicas de la Enfermedad

El cuadro clínico de la enfermedad es muy variable. Por lo general se presentan síntomas y signos que son muy comunes a otras enfermedades y que tienden a confundir el diagnóstico, de ahí la importancia de realizar el mismo bajo un enfoque integrador teniendo en cuenta los elementos clínicos, epidemiológicos y de laboratorio. Lo más importante es pensar en la enfermedad e instalar un tratamiento oportuno.

Síntomas y signos

Los tres síntomas más importantes en orden de frecuencia son: fiebre (presente en cerca del 100 % de los casos), cefalea (95%) y dolores musculares o mialgias (90%) –siendo más frecuentemente en las pantorrillas-. Puede presentarse además vómitos (65%), artralgias o dolores articulares (60%), diarreas (50 %) e ictericia o coloración amarrillenta de la piel, ojos, palmas y plantas, entre otras zonas corporales (40%). Indistintamente puede aparecer hepato-esplenomegalia (agrandamiento o inflamación de hígado y bazo), tos, hemoptisis (tos con sangre) y alteraciones neurológicas.

Fases de la enfermedad

Para conocer un poco más sobre esta enfermedad, hay que destacar sus fases y de esto depende también comprender los estadios de la misma.

Fase septicémica o leptospirémica: su duración oscila entre 7 a 10 días y en ella se aíslan las leptospiras en sangre y líquido cefalorraquídeo.

Fase inmune o leptospirúrica: su duración oscila entre 4 a 30 días. La bacteria se aísla en la orina, llegando a desaparecer las leptospiras del organismo, con la excepción de la cámara anterior del ojo y del riñón.

Tanto la primera, que es la presencia en sangre de la bacteria, como la segunda, en donde se aloja en el riñón, es importante tenerlas en cuenta según su periodo, ya que se puede conocer cuando esta puede ser transmisible y donde encontrar la bacteria para aislamiento.

Dentro de las formas clínicas, se señala la Forma monofásica, por lo general se presenta un cuadro febril con variadas manifestaciones clínicas y de carácter autolimitado, las que son muy evidentes en la fase septicémica de la enfermedad. En la Forma bifásica, las manifestaciones clínicas son floridas durante la fase septicémica (primera semana), seguida de un periodo de 24 a 72 horas asintomático y una segunda fase inmune caracterizada por uveítis, (inflamación de la úvea, lámina intermedia del ojo), meningitis aséptica, mialgias, pudiendo reaparecer la fiebre, con una duración de 4 a 30 días.

Entre la forma monofásica y bifásica de la enfermedad se agrupan el 90 % de los casos de Leptospirosis. De forma general la enfermedad tiende a tener un comportamiento monofásico, bien porque en las formas leves la segunda fase sea clínicamente breve o inexistente, o bien porque en las formas graves las fases se funden, en una expresión continua de los diferentes síntomas y signos.

Podemos mencionar además la forma más grave de la enfermedad, conocida como enfermedad o síndrome de Weil. Esta es una etapa de la enfermedad en la cual la aparición de afectación o fallos orgánicos es característico. Se destaca la presencia de síntomas típicos como fiebre, dolor de cabeza (cefalea), escalofríos, mialgias, astenia, síntomas digestivos, disuria, coluria, eritema conjuntival, ictericia y posterior disfunción de órganos como riñón e hígado llevando a insuficiencia hepatorrenal pudiendo estar o no asociada a insuficiencia respiratoria, hemorragia pulmonar o coagulación intravascular diseminada (CID). Esta forma se presenta solo entre el 5 y el 10 % de los casos.






Período de incubación

Por lo general 10 días, con límites de 4 a 19 días e incluso se ha documentado hasta 30 días, es decir un mes.

Período de transmisibilidad

Es rara la transmisión directa de una persona a otra. Las leptospiras pueden excretarse con la orina durante un mes, pero en los seres humanos y otros animales se ha observado leptospiruria incluso hasta 11 meses después de la enfermedad aguda.

Susceptibilidad y resistencia

Respecto a estas condiciones, la susceptibilidad humana es general; la inmunidad a una serovariedad específica surge después de la infección o, a veces, de la inmunización, pero quizá no proteja contra la infección por otra serovariedad.

Diagnóstico

El diagnóstico es generalmente basado en la serología junto con una presentación clínica y datos epidemiológicos (antecedentes de posible exposición, presencia de factores de riesgo). La prueba de aglutinación microscópica (MAT por su sigla en inglés) y el inmunoensayo enzimático o enzimoinmunoanálisis (ELISA) son dos pruebas serológicas utilizadas para el diagnóstico de laboratorio de leptospirosis. Para obtener un diagnóstico positivo usando MAT, el estándar de oro, deben ser comparadas al menos dos muestras consecutivas de suero, tomadas a intervalos de cerca de 10 días, para observar un incremento de cuatro veces o más en anticuerpos. El aislamiento de leptospiras de la sangre, orina u otros materiales clínicos a través del cultivo, la reacción en cadena de polimerasa (PCR) y las técnicas de tinción inmunológica pueden estar disponibles en algunos centros. El aislamiento de leptospiras es la única prueba directa y definitiva de la infección.
Para el diagnóstico postmortem, además de la serología y el cultivo, las leptospirias pueden ser demostradas en tejido usando PCR o coloración (inmunohistoquímica) en especial por inmunofluorescencia directa.

El diagnóstico diferencial debe hacerse cuidadosamente de otros síndromes febriles, como dengue, malaria, hepatitis, anemias hemolíticas o enfermedades de la sangre, síndromes meníngeos, neumonías, entre otras. Es imprescindible interrogar al paciente sobre su residencia, ocupación, áreas de estadia, contacto con otros casos, entre otros, para apoyar la sospecha. Preguntas como si trabaja en granja, si es trabajador agrícola, tenencia de animales domésticos, visitas a áreas de desastres o inundadas, aparición de casos con similares síntomas, ya sea en su casa o lugar de trabajo, baños al aire libre en lagunas, ríos, entre otro, podría ayudar a establecer un diagnóstico diferencial más certero.

Las pruebas de laboratorio son esenciales en estos casos. Tanto el hemograma, como pruebas hepáticas, de funcionamiento renal, sonografias entre otras, orientan a determinar ciertas enfermedades o descartar otras similares.

Tratamiento

El tratamiento es crucial en estos casos. Es importante consultar a su médico ante cualquier sospecha o exposición de los factores de riesgo antes mencionados. No instaurar tratamiento o automedicación sin previa autorización o evaluación por especialistas o medico de cabecera.

Una vez establecido el diagnóstico o mantener la sospecha, es a base de antibioterapia, siendo la doxiciclina la de primera elección, a razón de 100 mg cada 12 horas via oral por 1 semana. La penicilina y derivados (amoxicilina en niños a razón de una cucharada cada 8 horas via oral por una semana o 7 días, en embarazadas en capsulas, y la ampicilina) suelen ser de segunda elección y cuando el paciente esta ingresado en el centro de salud. Otros antibióticos también empleados son cefalosporinas y macrólidos, como eritromicina y tetraciclina. No se debe emplear doxicilina ni tetraciclina en embarazadas ni en menores de 8 años.

De manera de profilaxis, en adultos la doxiciclina (200 mg semanal via oral), niños (Amoxicilina una cucharada cada 8 horas via oral) y embarazadas la presentación en capsulas de amoxicilina en igual periodo que en niños.

Importante no automedicarse, ya que esto puede enmascarar la enfermedad y propensa a tardanza para asistencia médica. Ante la sospecha por los signos y síntomas, acuda a un centro de salud o consulte con su médico. La leptospirosis en etapas avanzadas o tardías puede ser mortal.

Todos los casos sospechosos de leptospirosis deben ser notificados a las oficinas de Epidemiologia, sean locales, regionales o nacional.

Medidas preventivas:

  1. Educación sobre los riesgos de contagio y desarrollo de la enfermedad.
  2. Mantener una higiene óptima en los hogares, en especial en las áreas de manipulación de alimentos.
  3. Protección según área laboral.
  4. Salvo sea de un equipo socorrista, no visitar zonas de desastres naturales.
  5. Evitar la automedicación en los casos de sospecha o contacto con personas que padecen la enfermedad.
  6. Consultar a su médico ante cualquier duda.


Referencias Bibliográficas

Chin, J. El Control de las Enfermedades Transmisibles. Decimoséptima edición. Informe oficial de la Asociación Estadounidense de Salud Pública. OPS. 2001.

Ministerio de Salud Pública. Guía y Protocolo de Diagnóstico, Manejo y Tratamiento de la Leptospirosis. Serie de Guías y Protocolos del MSP, Primera edición. Santo Domingo, República Dominicana. 2010.

Leptospirosis humana: guía para el diagnóstico, vigilancia y control / Organización Mundial de la Salud; traducción del Centro Panamericano de Fiebre Aftosa. - Rio de Janeiro: Centro Panamericano de Fiebre Aftosa –VP/OPS/OMS, 2008. 127p.: il. (Serie de Manuales Técnicos, 12)

Carrada-Bravo. T. Leptospirosis humana. Historia natural, diagnóstico y tratamiento. Rev Mex Patol Clin, Vol. 52, Núm. 4, pp 246-256 • Octubre - Diciembre, 2005. Disponible en: http://www.medigraphic.com/pdfs/patol/pt-2005/pt054f.pdf

Caino, H., Curcio, F., Siquiroff, G. Leptospirosis. Revista de la Facultad de Ciencias Medicas. 2006. Octubre: 1(3);30-36. Chile. Disponible en: http://revista.med.unlp.edu.ar/archivos/200610/4%20CURCIO%20-%20Leptospirosis.pdf


Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE). Leptospirosis (Capitulo 20) Manual de la OIE sobre animales terrestres 2008. Disponible en: http://web.oie.int/esp/normes/mmanual/pdf_es_2008/2.01.09.%20Leptospirosis.pdf

Imágenes:

Guía y Protocolo de Diagnóstico, Manejo y Tratamiento de la Leptospirosis
http://porcino.info/wp-content/uploads/2015/11/leptospira1.jpg
http://masscience.com/wp-content/uploads/2015/10/071027174533_1_900x600.jpg